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8 septiembre, 2020
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Necesario que los jóvenes se integren a las empresas para aprender y convertirse en personal especializado.
La idea de vincular la educación con el sector productivo constituye una estrategia de desarrollo que ha empezado a cobrar importancia en muchos países. Es uno de los principales ejes de la modernización de la educación superior y de la sociedad en su conjunto.
La importancia de promover la vinculación del sector industrial con el académico es tener acceso a personal especializado de alto nivel, investigadores y futuros aspirantes; desarrollando en las empresas prácticas profesionales y servicio social.
En Querétaro el promedio de escolaridad de la población económicamente activa es de 9.6 grados, según datos de la encuesta intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) lo que se traduce en trabajos limitados, bajos salarios y pocas oportunidades para jóvenes y adultos en edad de trabajar.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, reveló que en el país hay 3.1 millones de jóvenes con título universitario. Sin embargo, dos de cada cinco universitarios no tienen empleo, dejando al 41 por ciento de los profesionales universitarios menores de 30 años sin trabajo en la zona de informalidad.
De ahí la importancia de que la vinculación educativa con el sector productivo del país sea un tema que no debe quedar en segundo plano. Este mecanismo es de relevancia para que las universidades mejoren la calidad de la investigación y la docencia, así como para una mayor integración con las necesidades sociales; mientras que el sector empresarial eleva su competitividad en el mercado mediante la producción de mejores bienes y servicios.
Acercar al sector educativo con el ambiente laboral fomenta una mayor responsabilidad en los estudiantes, mejora su formación profesional al encontrarse en un entorno con los elementos necesarios para incorporarse al trabajo o para crear sus propias fuentes de empleo.
Por esta razón, el modelo de la Triple Hélice -interacciones entre academia, industria y gobierno-, es la clave para aumentar el nivel de competitividad de un país o región. La academia toma el papel de formación de recursos humanos con el objetivo de obtener y desarrollar el conocimiento necesario para trabajar en las áreas de interés. La industria es considerada como la generadora del beneficio económico, y algunas veces se considera que toma el papel de la academia como proveedor de gente capacitada. Finalmente, el gobierno es el encargado de impulsar la innovación dentro de la industria y la academia, creando los medios necesarios, y promoviendo el desarrollo social y económico; un ejemplo, son los programas de formación de empresas dentro de las universidades.
De acuerdo a los resultados de la encuesta nacional de vinculación en instituciones de educación superior (Enavi) realizada por la Secretaría de Educación Pública (SEP), alrededor del 25 por ciento de las empresas en México se han vinculado con instituciones o centros de investigación, siendo las pasantías o estancias de estudiantes las que más se requieren.
Según datos de la Enavi, los instrumentos de planeación utilizados para desarrollar proyectos por parte de las empresas son: plan tecnológico (67%), programa de investigación y desarrollo (40%) y plan estratégico (56%); estas cifras se incrementan si se habla de empresas medianas y grandes.
Educación en México, un reto a superar
La educación en México enfrenta grandes obstáculos como la falta de oportunidades al concluir los estudios, por lo que la fusión del sector educativo, empresarial y gobierno son clave fundamental para impulsar la educación y crear una nueva generación de jóvenes que compitan, renueven y potencien la fuerza laboral a través del desarrollo e implementación de nuevos proyectos.
El panorama no es optimista, pues datos de la Encuesta Intercensal del INEGI 2015, muestran que el 66.8% de los jóvenes de 15 a 29 años no asiste a la escuela, lo que provoca un rezago educativo muy fuerte en nuestro país.
Con información de: