Muchos países han incluido ya la felicidad ciudadana como una variable prioritaria de medición y síntesis de los resultados obtenidos por las políticas públicas implementadas desde sus gobiernos.
El caso más relevante es Buthan, quien por más de 4 décadas ha medido la felicidad nacional bruta en sustitución del Producto Interno Bruto bajo la premisa de su mayor relevancia a importancia. Esta determinación no ha excluido los principios de crecimiento económico al modelo de desarrollo, pero ha dado misma prioridad a otras variables como la conservación y promoción de la cultura, el cuidado del medio ambiente y la construcción, educación y preservación de un buen gobierno. Se ha trazado en este, y otros casos, un camino que busca producir (y medir) el logro social a partir de la felicidad alcanzada por sus ciudadanos.