En rueda de prensa dimos a conocer una serie de indicadores que reflejan los retos a los que nos enfrentamos y las enormes desigualdades que existen entre hombres y mujeres en nuestro país. Es así que aún hay mucho que hacer en materia de seguridad, salud, educación y en los ámbitos laborales y profesionales.
Aquí es donde me llamaron mucho la atención varios datos que dio a conocer el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y que nos obligan a trabajar en ello.
En el estudio Mujeres en las Empresas, ¿hemos avanzado?, el IMCO destaca datos como el hecho de que México es el tercer país con menos presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas, apenas un 12%, lo que nos coloca por debajo de países como Colombia (21%), Brasil (19%), Chile (17%) y más alejado de Estados Unidos (31%), Canadá (36%) o Francia (45%).
El estudio nos dice que de 2016 a 2022, sólo se avanzó 5 puntos porcentuales (7% al 12%), lo que hace evidente el poco avance que hemos tenido en este rubro y se advierte, que de seguir con esta tendencia, México alcanzaría la paridad en los consejos hasta el año 2052.
En más cifras que reflejan esta disparidad, tenemos que sólo el 3.7% del total de consejeras son independientes, sólo el 7% son presididos por mujeres y tan sólo el 6% de las empresas cuentan con al menos 30% de mujeres en sus consejos.
Aunque es evidente el avance que las mujeres hemos alcanzado en materia de educación en los últimos años, lo que conduce a tener más mujeres profesionistas, las cifras de este estudio reflejan que existe mucho talento desperdiciado, pues 69 de cada 100 empresas cuentan sólo con hombres en puestos de liderazgo masculino, por lo que vemos que a mayor nivel jerárquico, menor representación femenino existe.
A esto, hay que sumarle factores que inhiben claramente el ascenso de las mujeres a puestos de liderazgo, como la maternidad, el cuidado de familiares o las creencias de que una mujer no es capaz de asumir una responsabilidad de este tipo.
Bajo este panorama, las empresas tenemos la gran responsabilidad de brindar más espacios de oportunidad a nuestras colaboradoras, de manera que puedan demostrar su talento sin limitantes y derribar ese famoso “techo de cristal” que merma nuestras oportunidades.
Lo tenemos que hacer a partir de la generación de estrategias que fomenten el crecimiento profesional de las mujeres dentro de las empresas a través de capacitación continua, con políticas claras de inclusión en los equipos de trabajo, con programas que impulsen la maternidad y la paternidad compartida, con políticas de equidad salarial, con flexibilidad en los horarios, especialmente para las mujeres que son madres y con protocolos sólidos que garanticen espacios libres de acoso y violencia laboral.
El estudio resalta que más mujeres en las empresas tiene muchos beneficios, como el hecho de contar con nuevas perspectivas, mayor innovación y creatividad, así como un mejor desempeño financiero. No por nada, han insistido que de incorporar a más mujeres en la economía (8 millones), podría representar que en 2030, el PIB de nuestro país sea un 15% más alto que el de 2020.
Sin duda, es hora de romper esos techos de cristal que limitan el potencial de las mujeres. México necesita que sus mujeres brillen en todos los ámbitos y el ámbito empresarial no es la excepción.